Hace algunos días tuve la oportunidad de asistir a la exposición de David Lachapelle (quien será llamado Deivi en lo que resta de este post), interesante experiencia realmente. La imagen que precede este escrito es la que te da la bienvenida y te invita a adentrarte en ciertos delirios de la mente del fotógrafo. Clara alusión a La Pietà de Miguel Ángel, vemos a Courtney Love sosteniendo al difunto Kurt Cobain, que, si no estaba muerto aún, pues seguramente ya casi. Varias preguntas me asaltaron al ver tal imagen... ¿Cómo fregados logró esa foto?, ¿de dónde sacaron al Kurt?... pero lo más inquietante fue sin duda.. ¿qué me ve el mocoso? y ¿de qué se está sonriendo el wey? Los cuestionamientos referentes al hombre en calzones son resueltos, los del escuincle siguen revoloteando en mi cabeza.
Imágenes que juegan con fuego y agua. Donde se muestran los excesos e hipocresía de nuestra sociedad, y que realmente impactan (al menos debo admitir que cayendo en los clichés que tanto odio, dos composiciones sí me pusieron la piel chinita literalmente.. ni modo, tengo que admitirlo). Fotografías que muestran la debacle de occidente en una forma colorida, intensa y divertida. Me gustaron en particular, las recreaciones que hace de ciertos pasajes de la biblia, donde se ve a Jesús conviviendo con mendigos, cholos, raperos, padrotes y prostitutas (¿Cómo habrá sido el rap en tiempos del Chuy?). Pura gente fina, pero según eso, era la gente que el buen Yisus frecuentaba para cotorrear y ante las cuales jamás mostró desprecio. Si es cierto o no, yo no sé, pero así dicen por ahí. Las buenas conciencias actuales que se jactan de ser personas intachables y muy religiosas, seguramente ni siquiera dirigen la mirada a estas personas, o si lo hacen es para demostrarles su desprecio (o para olvidar los golpes de pecho por un rato). ¡Saludos al cardenal!
Vaya que se trajo buenas fotos el Deivi. Hay una sección dedicada a su visión del apocalipsis, donde destaca el contraste entre la catástrofe y unas morritas que no pierden el glamour; llueve, truene, relampaguee, o en este caso se les venga literalmente, el mundo encima. En otras se ven a las estrellas del firmamento joligudense fuera de su hábitat natural y siendo protagonistas de imágenes realmente surrealistas.
Después de un par de horas, salí del museo, satisfecho con lo que había visto. Listo para poner mi mente nuevamente en estado de relajación findesmanesca. En cuanto vuelvo al mundo real, el sol del medio día cala en los ojos y un sonido llama mi atención. Es un tipo que se empeña en captar el interés de los caminantes, patinadores y ciclistas a través de un relato. Y vaya que lo logra con varios individuos, entre ellos yo. El susodicho narrador cuenta la historia de una sociedad perfecta y utópica, donde todos son iguales y felices. Ahhh que bonito, ¿verdad?
Pues conforme me voy adentrando en la trama, me doy cuenta que bonito lo que se dice bonito no es. La historia trata de un gobierno que se dedica a quemar los libros, para así evitar que la gente pueda formular preguntas y las dudas los asalten, impidiendo así su felicidad. Además busca que todos sean iguales (un comunismo un tanto retorcido.. sí, aun más), sabiendo lo mismo, o para ser más exactos siendo unos ignorantes de primera categoría. Y entre tanta alegría y equidad, existe un grupo de revoltosos mugrosos que se encarga de imponer el desorden, al memorizar los libros para evitar que las ideas y el conocimiento se pierdan, y poder compartirlos de boca en boca. La actuación termina, el narrador y los actores son premiados con aplausos. La verdad han hecho un buen trabajo, seguramente pronto adquiriré el libro al que se hace alusión con su actitud (si es que no logro gorrearlo un día de estos).
Me fue inevitable hacer una comparación entre la sociedad descrita en la narración y el entorno en el que nos movemos. Sólo que existen unas cuantas diferencias. A nuestro gobierno dudo que le importe nuestra felicidad, lo que quieren y desgraciadamente están logrando es que nuestra ignorancia no interrumpa su eterna alegría llena de dinero, naquez y más dinero. Ellos ni siquiera tienen que quemar los libros, porque nosotros mismos nos encargamos de que esas ideas no lleguen a nuestras mentes. Y si bien nos va; el mexicano promedio lee el alarma, el Tvynovelas o ya si se cree muy erudito a Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Supongo que si queremos un cambio (como muchos lo pregonamos) debemos comenzar por transformar nuestras ideas y formarnos un criterio, y eso sólo se logra estando expuestos a diversas formas de pensamiento, muchas de las cuales, se encuentran escondidas en las letras, esas mismas letras que muchas veces por flojera o ignorancia no nos detenemos a leer.
"Yo por eso les digo, que mejor no lean" .- Vicente Fox
"Lee, para que así, puedas vivir" .- Gustave Flaubert