Desafortunadamente México es uno de los países con un nivel de desigualdad económica y educativa más pronunciado sobre la faz de este bonito planeta. Esto explica en cierta manera, sobre todo en las ciudades grandes, que en cruceros estratégicos una luz roja de inicio a una función con muchos artistas en escena. En la pista 1 tenemos al fakir desnutrido que se acuesta sobre pedazos de vidrio sin filo alguno. Un poco más allá al chamaquito que le escupe alcohol o no se qué al fuego y saca unas llamototas. Para amenizar tan llamativo chou una voz aguardentosa se encarga de entonar una bonita canción, mientras una niñita se acerca estirando su mano: ¿Me da pa' un taco?; dice la escuincla con voz lastimera mientras su jefa está de huevona comiendo en el camellón y contando lo que su hija ha recogido durante el día.
No ando muy de humor de andar regalando mi dinero (realmente nunca les doy a menos que los vea ya muy fregados e incapaces de poder hacer algo por la sociedad), y respondo.. traigo tortillas, ¿quieres?.. "no, yo quiero dinero"...uhh ahora sí que limosnera y con garrote. No niego que todos estos personajes son una llamada de atención a todos nosotros como sociedad, que debe hacernos recapacitar sobre lo que estamos haciendo mal; pero hay casos extremos.
Pensando en esto, me pasó por la cabeza una idea desquiciada. Esos pensamientos que rondan en la mentecilla maligna de nuestro alter-ego. Era ya tarde y yo lo único que quería era llegar a casa después de un muy largo día de trabajo. De repente se aparece de la nada un señor sin piernas trepado en un carrito estorbando ambos carriles de la calle. Como pude lo esquivé y me salvé de aparecer como la peor bestia que haya pisado este planeta en la portada del Alarma! o del Metro: "Individuo desalmado mata a un cuasisanto viejecito sin piernas". Más detalle en la página 7. Pinche ruquito, pienso. Él, muy descaradamente se acerca y me pide dinero. Hey!, yo reconozco esa cara, él se ponía hace un año en otro crucero. Convenció a una tía mía de que le diera como regalo de Navidad una gorra del América, y como esta pariente mía de repente se sintió la madre Teresa de Calcuta se la regaló. Esto me daría igual si no hubiera yo tenido que ir a comprar el mentado obsequio, con lo molesto que esto resulta para un aficionado del Guadalajara. Mmmm otra razón para que me caiga bien este don. Le digo que no traigo nada de dinero, se enoja y balbucea no se que tanto.
Mi mente se pone a montar un teatrito . ¿Y sí lo hubiera atropellado?... ¿Cómo se habría oído su crujir de huesos?, ¿Por qué ruta habría podido yo escapar para no ser atrapado?, ¿Terminaré en la cárcel y siendo tachado como un conductor desalmado y mal ciudadano?. Imaginé todo esto durante lo que duró la luz roja, el verde aparece iluminando la noche y avanzo rumbo a casa. El señor ese sigue ahí atravesándose a los carros y maldiciendo a quien no le da unas monedas. Por personas como esas, me niego a pagar mis impuestos extras para ayudar a los pobres; no porque no crea que necesiten ayuda, sino porque no creo que la caridad sea la mejor salida a esta penosa situación. Mugre don, te saliste esta vez con la tuya (en cierta manera, porque no le di dinero), pero mi venganza llegará. Eso me gusta pensar, aunque sé que jamás me animaría a hacerle daño de alguna manera.