viernes, 9 de octubre de 2009

Comfort y música para volar


Esa tierra de nadie y siempre inconquistable me ha fascinado desde que tengo uso de memoria. El ir y venir de las personas, lágrimas, risas, abrazos, encuentros y desencuentros me han acompañado en mi estancia en esos grandiosos lugares a los que dedico mi post. Alguna vez escuché una frase que decía más o menos así: Si Dios hubiera querido que el hombre volara habría hecho que fuera más fácil llegar a un aeropuerto. Tal vez, el haber escuchado esa frase en mis años de infancia explica una parte de mi amor por estos mausoleos llamados precisamente aeropuertos. El sentir que en cierto modo atentaba contra el orden divino y me rebelaba ante el viejito de barbas largas (o adáptese aquí cualquier versión del ser supremo que el lector tenga) hacía que el volar fuera aún más emocionante. Otro factor importante es que realmente jamás he viajado por avión a un lugar que me desagrade o donde haya vivido una experiencia trágica o suficientemente molesta como para aborrecer la experiencia de la que hablamos.

En mi niñez un viaje de este tipo era todo un ceremonial (a pesar de que el destino era siempre un pueblito ubicado entre la costa y el desierto): Mi mamá me levantaba más temprano que de costumbre, hacía que me bañara y vistiera de una forma impecable; creo que iba más elegante al aeropuerto que a cualquier evento social en mi otrora corta existencia. Ibamos a desayunar a un lugar exquisito, para después proseguir hacia nuestro destino. Hacer fila, esperar en las salas, que las azafatas me prestaran especial atención; me hacía sentir importante. El trayecto culminaba siempre visitando parientes que quiero y que no solía (ni suelo) ver muy seguido. El avión era pues, el inicio de un viaje agradable... con un destino predecible, eso sí.

Unos años más tarde esta situación cambió: El atuendo impecable se convirtió en pantalón de mezclilla, tennis y la camiseta mas guarra que podía hallarme en el guardarropa. Ya sí el destino lo ameritaba a lo mejor una chamarra que se viera más o menos y diera le gatazo de que aun se guardaba un poco el sentido de la elegancia. Esta modificación en el look, obedecía a razones meramente prácticas. Los destinos eran ahora más lejanos, había que hablar más idiomas y esperar más horas en los aeropuertos. Se podía ver gente de rasgos más variados, diferentes formas de vestir y hablar. El momento de abordar se hacía inevitable: ojalá me toque junto a una muchacha guapa y sexy pensaba siempre; para saciar tu curiosidad debo admitir que eso jamás ha sucedido. He sido vecino de niños molestos, viejitas achacosas, señores(as) muy platicadores sobre cosas que rara vez me interesan y un largo desfile de personajes que no encajan en el estereotipo de la fémina que sería la madre de mis hijos o mi aventura en un avión. Ni modo; no todo puede tenerse en la vida.

Esta lista de personajes ha hecho que en estas largas horas de vuelo; la música sea una compañera por demás bienvenida. Oír unos buenos acordes viendo nubes y más nubes, además de ciudades diminutas a mis pies es una combinación que hace sentir bien a cualquiera; al menos funciona conmigo. Momento de apagar la música y abrocharse el cinturón; hemos llegado al destino. La gente se arremolina en el pasillo para salir. Primer encuentro con la ciudad seleccionada, recoger mi equipaje y cruzar esa puerta. A pesar de lo que me gustan los aeropuertos y sus historias; el momento que más disfruto es cuando salgo de ellos para encontrarme con un pedazo de planeta que siga haciendo que volar (trepado en el aparatejo ese obviamente), sea una de las experiencias que más disfruto. Realmente hoy tengo muchas ganas de viajar a algún lugar lejano y agradable; ojalá eso se logre pronto.

1 comentario:

  1. Para mi la experiencia mas agradable en un aeropuerto, fuera de la travesia y a veces el eterno viacrucis que en ocasiones tienes que pasar, lo que a mi me genera un singular sentimiento, es la sensacion que puedes llegar a sentir es cuando te vas de viaje, ya sea por tu familia, pareja, amigos que estan ahi como apoyo para desearte un buen viaje, abordas un avion con la nostalgia de la gente que dejas, que aunque sabes que las veras pronto nose a lo menos dias, no deja de existir el sentimiento de abandono y el extrañar antes de tiempo, aunque despues se te olvide no? jejeje, y aun mejor cuando regresas, que bajas del avion con la expectativa, la emocion y la singular alegria de ver aquellas personas que quieres ver con decesperacion jejeje, que quizas sean las mismas personas que te vieron partir, y ver sus rostros de alegria, que te reciban con un abrazo y murmuren en tu oido mientras lo hacen "no sabes como te extrañamos", para mi son de las mejores experiencias que he vivido en un aeropuerto... Cuidate... Saludos!!!

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