Una aberración matemática da título a esta entrada de blog. Aberrante es también el curso que han tomado ciertas noticias. Los que me conocen saben que yo no estoy casado con ninguna ideología política (si se les puede llamar así) y mucho menos con un partido de esa misma clasificación, no se realmente por qué les seguimos enjaretando ese adjetivo cuando en más de una ocasión nos hemos dado cuenta que realmente lo que menos saben hacer es eso, política.
Achis, ¿y ora tú, por qué tan profundo?. Se preguntarán los seguidores de este blog, caracterizado por su desenfadada temática. Lo que me ha hecho reflexionar sobre la política actual y nuestra actitud como ciudadanos, es el hecho de que últimamente ninguna acción nos parece buena, de todo nos quejamos. No estoy en total desacuerdo con esta actitud contestataria y revolucionaria (MR). Si no, explíquenme el por qué preferí votar por un perro que por un político. Pero hay que saber razonar.
Si bien el Emilio (Emily pa los compas; gobernador de mi estado), bajo los influjos del alcohol ha sacado cada puntada, digna de darle unas puntadas pero en sacrosanta sea la parte; considero que tampoco hay que hacer de la queja e inconformidad los nuevos deportes nacionales. Ese ya es la charrería, o ¿apoco ustedes no tienen sus caballerizas llenas de bellos córceles para practicarla?
Escribo esto por el hecho de que se pretenden realizar muchas obras en la ciudad y la respuesta automática de varios sectores de la población es un rotundo NO. Admito que yo reniego de algunas como el puente atirantado, que considero debería tomar más en cuenta a la gente que no anda en automóvil. Los ciclistas y los peatones tienen (tenemos) el mismo derecho de trasladarnos de una forma rápida y segura por nuestra ciudad ¿no?. Yo me quejé de que quisieran dar dinero a la iglesia católica para construir un templo más, y estoy en contra de querer manipular la vida de las mujeres y tratarlas como seres no pensantes al quitarles el derecho a decidir en lo que a abortar se refiere; digo si a esas vamos también nos van a quitar el alcohol, no nos vayamos a emborrachar. Soy de los que reniegan del macrobús, no porque quiera que nuestra ciudad siga como rehén de un pulpo camionero ineficiente, obeso y bastante descortés con la (aún) bella muchachita que es Guadalajara; sino porque considero que la opción real y sustentable en un largo y mediano plazo es un metro o ya de perdis ampliar el tren ligero.
Pero un proyecto que desde hace quince años admito me emociona y que desgraciadamente ha sido tomado como rehén por TODOS los partidos políticos es el de los Juegos Panamericanos. Ahora resulta que "dijo mi mamá que siempre no" y no quieren hacerlos, si no son como cada fracción dice que deben hacerse. Considero que es un buen momento para que se unieran en beneficio de la ciudad en un proyecto generador de importante infraestructura y una gran derrrama económica para la ciudad y por lo tanto para el país. Además que sería la plataforma para obtener eventos más grandes posteriormente. No digo que los proyectos presentados sean imperfectibles, pero hay que echarle coco para hacerlos de una mejor manera y bueno, ya sabemos que eso a los políticos no se les da. Confío que tengan un momento de iluminación y logren ponerse de acuerdo en beneficio de la población para cumplir con el objetivo planteado.
Pero si la clase política ha demostrado estar descerebrada casi siempre, es entonces aún más alarmante la apatía que como sociedad presentamos. Simplemente nos quejamos y no proponemos. Me desespera sobremanera cuando el argumento para no hacer las cosas es simplemente el "pues si así estamos bien para qué cambiamos", el deseo de mantener el status quo debería ser simplemente inaceptable. No creo que mis ideas y creencias no puedan estar equivocadas, ni pretendo erigirme como redentor, y mucho menos siento que me quede el papel de líder moral, sólo pretendo expresar mi opinión. 2+2 nunca sumarán cinco. Jamás obtendremos resultados diferentes si no hacemos las cosas de una forma diferente.
Cualquier idiota con un poco de inteligencia puede hacer las cosas más grandes, más complejas y más violentas. Es necesario un toque de genialidad, y mucho coraje, para moverse en la dirección contraria. -Albert Einstein.