lunes, 7 de diciembre de 2009

Hasta la vista... baby


Un inmenso y gigantesco lugar, repleto de gente con distinto nivel de prisa por llegar (o no llegar) a alguna parte. Me parece tan acogedor, familiar e irónicamente relajante. Hablo de ese punto de encuentro que desde que tengo uso de memoria se ha convertido en una necesidad a finales de noviembre de cada año.

Hablo, como más de alguno de ustedes ya habrá podido descifrar de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). No sé si en verdad sea la más grande del mundo latinoamericano, pero definitivamente es la más grande de mis rumbos y por lo tanto digna de ser visitada. La experiencia comienza desde que salgo de mi casa, generalmente caminando o en bicicleta (el tráfico para el auto es infernal), voy saboreando ya ese olor a libros nuevos, ese bullicio cadencioso fruto de miles de voces reunidas en torno a los libros. Comenzar a visitar stands repletos de hojas y hojas con temáticas que jamás te imaginas que existen, y otros que desafortunadamente tratan sobre temas que sí temías que existieran.

He visitado la FIL acompañado de mi familia, de mis novias, de mis amigos, solo, y siempre es una experiencia grata para mí. Me desespera ir a las tiendas a comprarme ropa, pero jamás me desespera comprarme libros. Hojearlos y ojearlos, sopesarlos, olerlos sin que alguien se de cuenta y piense que estoy dañado, es todo un placer para mí. Posteriormente viene la decisión, el dinero es un bien escaso y hay que seleccionar debidamente los que me llevaré a casa. Generalmente son novelas, me gustan las historias largas, no muy lineales, pero sí, elaboradas. Esas en que siempre hay un giro inesperado o los personajes llegan a ser entrañables, o en su defecto unos completos patanes. Me siento identificado con ambas caras de la moneda en cierto modo. Debo confesar que aborrezco la poesía y sus versos generalmente melosos. Y ni se diga los libros de autoayuda... expiden un tufo insoportable para mi persona. Pero eso es lo bueno de esta feria hay aromas para todos los gustos, un ambiente de pluralidad literaria que debería verse reflejado en nuestra cotidianeidad book-free. Además este ambiente de papel y tinta se ve complementado con acordes musicales, que generalmente me resultan novedosos y expanden mis horizontes auditivos.

Una amiga se preguntó: Si un buen libro es como un buen viaje...que se empieza con inquietud y se termina con melancolía... ¿Lo mismo sucede con una feria del libro?. Puedo responderle, sin temor a equivocarme con un rotundo SÍ.


En resumen y definitivamente, como decía el slogan de este año de tan importante evento: I love la FIL

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