jueves, 31 de diciembre de 2009

Say my name bitch!!


Una persona de esas que no se encuentran muy seguido en la faz de la Tierra. De poeta y loco todos tenemos un poco, no se si el joven este era poeta, pero a lo que me enteré estaba un tanto loco (en opinión generalizada), pero seguramente más de esos orates le hacen falta al mundo.

Él, un tanto maduro, rubio, y cuentan que bonachón. Se sentaba todas las tardes fuera de una tienda de abarrotes bastante concurrida en un poblado pequeño. Señoras iban con poco dinero y volvían con las bolsas llenas de mandado. Chamaquitos que con unos cuantos centavos salían con las manos y los bolsillos repletos de dulces que les causaran gastritis o cuentas meteóricas con el dentista; además de unas cuantas bolsas de frituras que serán el cimiento de su tremenda adiposidad años después... ¿pero a quién diablos le interesa?

¿Acaso hablo de un milagro navideño?, ¿qué clase de torcido intercambio se lleva a cabo dentro de esa tienda?, ¿Cómo es qué desafiando al capitalismo, estos seres consiguen salir con bolsas y bolsas de artículos con tan poco dinero?...eso es culpa del señor ese del que les hablaba.
Su nombre... Francisco, seguro tenía apellidos, yo realmente los desconozco.

¿Y cuál era el complicado trámite a seguir para gozar de la bonanza?; uno que a mí me pareció muy original y folclórico. Póngase usted en los zapatos de un niño de 8 años... a eso de las cinco o seis de la tarde, queda de encontrarse con su pandilla para ir por el suministro alimenticio del día. Se van acercando a la tienda, y ahi está Francisco...los ve venir; se sonríe.. pensando en que de nuevo, como cada día.. han llegado nuevas víctimas. Los niños se acercan y lo ven a los ojos.. el corresponde la mirada.. apoya las manos en sus rodillas.. toma un poco de aire, como si fuera a preguntar algo.. y lo hace... y con voz bastante estentórea

-¿Quién soy yo niños?
-BATIPANCHOOOOO
-¿Quién?
-BATIPANCHOOOO, repiten entusiastas los chilpayates

En eso, el ya bautizado Batipancho, comienza a golpearse el pecho fuerte y apresuradamente (hagan de cuenta Tarzán), lanzando gritos y aullidos que a más de algún incauto seguramente habrá asustado alguna vez. Vitoreado, nuestro héroe saca dinero de sus bolsillos y lo reparte a diestra y siniestra, alegrando un poco la vida de esos niños y demás personas que se tomaban su tiempo para por unos segundos alimentar el ego y la leyenda del murcielaguesco Francisco. Leyenda que llegó hasta mis oídos y hoy me dieron ganas de compartir con ustedes.

Del destino de batipancho se ha hablado mucho en el poblado. La creencia más arraigada es que ha muerto, pero seguramente en el corazón de muchos niños.. aun sigue la esperanza de algún día poder gritar de nuevo su nombre, y recibir un poco de dinero para sus golosinas. Así que si alguna vez, estimado lector, agluien le pregunta.. ¿Quién soy?... antes que cualquier otro nombre, diga Batipancho... igual y pega y ya le salió gratis el super.

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