lunes, 7 de septiembre de 2009

Gettin' Kinky!


Hay múltiples formas de disfrutar un fin de semana... tirarla en tu casa, escondiéndote un rato del mundo. Tal vez escapar de la ciudad, ya sea a la playa, la montaña, o algún lugar más exótico y lejano. Pero ¿qué te parecería que te invitaran a un lugar en el cual seguramente serás golpeado, empujado, mojado (con quien sabe que extraño líquido), manoseado, pisoteado, y tú para defenderte tuvieras que empujar a más de algún individuo, lanzar una que otra patada y además de todo esto realmente terminaras cansado?... ¿Aceptarías la oferta?, yo lo hice y creo que fue una excelente decisión.

Los que me conocen (y los que no, están a punto de enterarse) saben que me encanta asistir a conciertos. Pero digo, generalmente es de individu@s cuya música me agrada, o donde la propuesta suene prometedora (este fue el caso). Aún no me animo a abrir mis horizontes de tal manera como para irme un domingo a bailar banda o a un megaconcierto grupero, ahi sí me brota un poco lo "fresa y amargado".. ni modo, aun no llega a tal grado mi eclecticismo musical, pero quien sabe, igual pronto les doy la sorpresa y me encuentran con mi sombrero, mis wrangler y una bonita camisa con estampados churriguerescos. Pero bueno, mientras llega ese espeluznante día, me dedicaré a contarles mi última experiencia conciertil.

Volviendo al tema, del lugar en el que fui vilmente maltratado, puedo deducir que tengo tendencias masoquistas. A pesar de todo lo que yo mencioné, salí encantado, me divertí como nunca, y la música fluyó de tal manera que me hizo bailar de una forma que no sucedía desde hace tiempo.

Pasando por una canción dedicada a mi primer amor, seguida de esas chicas malas que de repente se antojan, y sin olvidar a las muchachitas que nos gustan por coquetas, la noche fue tomando un ritmo bastante bueno. De repente, alguien que tomó mucho chocomilk en su infancia se instala frente a mí... uta madre, ya no veo nada... cuestión de empezar a brincotear nuevamente para incomodarlo y se quite. El gigantón fue vengado por una gorda que me abrió de mi lugar con relativa facilidad (manejaba la seño armas biológicas poderosas), ni modo, a emigrar a otro punto con buen paisaje. Lo encontré. Las batallas previamente descritas no fueron motivo para que yo no disfrutara de mirar de lado al mundo por ciertos momentos, o de ejercitarme por décimosexta vez. También hubo tiempo para un coctelito de barracuda, sin olvidar el lado serio criticando a los presidentes de nuestra sacrosanta nación (Próxima a cumplir 200 años de libertad, dicen por ahí), y finalmente un tema de reflexión...¿A dónde va la gente cuando se petatea?... eso sí quien sabe... pero espero sea un lugar como el de ese sábado, lleno de buena vibra y gente dispuesta a divertirse (Hasta una que otra manoseada podría aceptarse). Algo que si me queda claro, es que hay ocasiones en que todo se combina y hace que uno agradezca que mientras por allá se llenen los panteones, aquí se llene de chingones. ¡Espero que aún falte mucho para que tú y yo nos esfumemos!

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