martes, 5 de julio de 2011

♫♪♫ Oh, when the saints go marchin' in.. ♫♪♫


No eran precisamente santos los que marchaban. O al menos no se jactaban de serlo. Hace unas semanas en un plazo de pocas horas.. much@s ciudadan@s se lanzaron a las calles para hacerse notar y exigir lo que a su consideración eran simples derechos. Por un lado teníamos a unas "putas", por otro lado una constelación arcoiris y unas horas antes unos encuerados... unos bichis dirían en mi tierra natal.

Pero comencemos por el principio...o en este caso por el final. Los personajes que no tenían ropa (o al menos cargaban muy poca) hicieron su aparición montados en dos y hasta tres ruedas. Unos cientos de valientes se despojaron de la tela que los separa de la naturaleza y dejaron mostrar sus carnes (a veces abundantes a veces bien proporcionadas), con el fin de llamar la atención.. ¿Para qué?... una leyenda pintada sobre una femenina y torneada espalda lo explicaba todo: "Espero que así sí me veas". Lo que buscaba tanta piel al aire era hacer notar la existencia de los ciclistas, crear conciencia sobre la fragilidad y "desnudez" que representa andar en dos ruedas entre tanta lámina cargada de inconciencia.

Unas horas después y como si Tláloc hubiera decidido salir del clóset, enmarcada por litros de agua proveniente del cielo, se presentó la marcha del orgullo gay. Curiosamente, según las reacciones que pude leer, esta comitiva causó mucho menos escándalo en las buenas conciencias que la de los ciclistas impúdicos. Tal vez la sociedad ya está más acostumbrada a esta manifestación multicolor y estridente, pero que en el fondo, oculta (a veces, demasiado) una justa exigencia creo yo, esa en que buscan librar de la discriminación a las personas con preferencias sexuales "no naturales" (El cavernal y el yunque dixit).

Y en la tercera pista... la denominada "Marcha de las putas"; damas de belleza clásica y otras con encantos más bien curiosos se lanzaron a la calle muy arregladas y entaconadas, para enarbolar su derecho a vestirse como se les dé la gana, sin ser objeto de acoso por parte del género masculino. Miren que justificar violaciones y faltas de respeto sólo por ver unas minifaldas... eso, pienso yo, no es culpa de los señoritas en cuestión... sino de los machitos que se sienten Juan Camaney y a todas quieren andar toqueteando.. digo.. ¿o estoy equivocado?.. de ser así, para qué los provocan.. no sean así muchachas, ellos son taaan inocentes.

¿Qué une a estos tres eventos de los que he hablado?.. que ninguno debería existir. Todo mundo debería tener el derecho implícito de poder querer y sentirse atraid@ por quien le venga en gana mientras no afecte a la sociedad. Todo mundo debería poder elegir su medio de transporte sin tener que pensar en sí llegará sano y salvo a su destino, cualquier persona debería poder elegir la forma en que quiere vestirse sin temer una agresión por el mero hecho de haberle parecido apetecible a alguien. En pocas palabras, todas las personas deberían ser libres de elegir lo que mas les parezca y convenga, mientras esto no genere daños a los demás. Entonces, estas tres marchas tienen en común ser un grito que no suplica... sino que exige la libertad. Derecho, que muchas personas prefieren suprimir, antes de tener que cambiar un poco sus ideas.

La verdad os hará libres, pero la libertad es para quien la busca y no para quien se empeña en negarla. Ojalá estas marchas nunca más vuelvan a presentarse... no porque las repriman, sino porque llegará el día en que ya no serán necesarias.



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